sábado, 13 de diciembre de 2014

El sinfín de los despropósitos

Foto: gradaypasion.com

El sinfín de despropósitos, lugares comunes y simples tonterías que arrecian estos días en torno a la cuestión de la violencia en el fútbol me mueven a escribir estas líneas. Pero antes que nada, empezaré con una confesión de culpa: me gusta el fútbol, especialmente mi Espanyol, voy al campo desde que tenía tres años, he chupado mucha grada y sí, lo confieso, insulto con frecuencia. A nuestro rival ciudadano siempre, al árbitro a menudo, a la afición visitante rarísimas veces, a mis jugadores nunca (al menos en voz alta, lo que uno piensa se queda en su cabeza). Esta forma de actuar durante más de cuatro décadas no me ha imposibilitado disfrutar del fútbol, al contrario, y tampoco ha afectado negativamente a mi vida fuera del estadio: desde pequeño, observando a mis mayores, entendí que existe un código para el estadio y otro, diferente, para la vida fuera de él. Nunca los he confundido y les aseguro que en mi vida cotidiana no soy un tipo agresivo ni malhablado. 

Pero desde el triste fallecimiento del seguidor del Deportivo conocido como Jimmy parece que soy un peligroso y potencial criminal, culpable de violencia verbal, un reincidente sin solución, en suma, un riesgo para la sociedad. Lo confieso nuevamente: no salgo de mi asombro.

Porque vamos a ver, ¿qué ocurrió exactamente? Por lo que sabemos, y a la espera de nuevas revelaciones, Jimmy murió de resultas de una pelea multitudinaria pactada, una "quedada" entre radicales de ideologías extremas y opuestas. Unos tipos quedan para matarse, fuera del estadio, y de resultas de ello, uno de ellos, el tal Jimmy, muere. ¿Puede sorprender a alguien? Probablemente no al propio Jimmy, quien parece ser que antes de caer al Manzanares despachó unas cuantas cuchilladas. Por cierto, que algunos nos quieran presentar como una víctima inocente al tal Jimmy, un delincuente con un historial de aúpa, fichado por robo y violencia doméstica y expulsado de Riazor hace dos años por tráfico de droga en el estadio, es un síntoma de la ausencia de buen juicio en nuestra sociedad ¿Qué tiene que ver esto con el fútbol? ¿Por qué es un problema del fútbol y no de la política, dado que la rivalidad que provocó la pelea es eminentemente política? ¿Qué tiene que ver todo esto con mi padre, con mi vecino de asiento en el estadio Power 8, conmigo mismo, que sí, de vez en cuando nos indignamos y proferimos algunos insultos?

Pero enseguida llegaron los Tebas y compañía a dar lecciones de civismo y a erigirse en nuevos inquisidores con la misión de convertir los estadios en teatros de ópera. Y aquí sí que el festival de ignorancia, presunción y sinsentido ha alcanzado niveles nunca vistos en el fútbol español. Empezando por la persecución a la "violencia verbal", levantando acta de insultos en múltiples partidos (¿de verdad no pueden comprender que en un derby siempre, repito, siempre, se insultará al contrario y que esto no sólo es normal, sino saludable?). Aquellos que llevan décadas cobrando por su inutilidad para tomar ninguna medida sensata, en vez de dimitir ante su evidente fracaso tras la muerte de Jimmy, han decidido que van a acabar con los insultos en los terrenos de juego. ¿A quién quieren engañar? ¿Evitará esa medida la próxima quedada, el próximo navajazo bien lejos del estadio?

Y ahora tenemos lo de los seguidores del Paris Saint Germain apuñalados a la salida del Camp Nou (¿recuerdan a Frederic Rouquier?). Y escuchamos a sesudos periodistas y entendidos analizando si los agresores llevaban camisetas del Barça o si gritaron "visca el Barça" mientras clavaban su cuchillo sobre el primer seguidor francés indefenso con el que se cruzaron. ¿Pero de dónde han salido estos tipos? ¿Han leído no ya un libro, sino cualquier artículo periodístico sobre la evolución del hooliganismo en el Reino Unido? ¿Han probado a buscar en google hooligans + Thatcher + casuals? Porque parece que no se han enterado de que hace ya mucho que nadie lleva una camiseta que le identifique a la hora de atacar a otra persona y que lo de los grititos sólo ocurre en las películas de bajo presupuesto. Retumba la misma pregunta en mi cabeza: ¿estos tipos son los que van a arreglar el problema? Pero si desconocen hasta lo más obvio de lo que ocurre en torno a este fenómeno, una ignorancia tan abismal, tan incocebible, que uno no puede dejar de pensar que debe de haber algo de malicia.

Y siguen las reacciones. El Atlético de Madrid anuncia que no va a permitir las pancartas del Frente Atlético. Magnífico. Sin esas pancartas Jimmy estaría ahora vivo, ¿no?

Albert Batllé, director general de los Mossos, un tipo del que guardo buen recuerdo de su etapa de Regidor d'Esports del Ayuntamiento de Barcelona, es otro de los que se acaba de enterar y declara que "a partir de ahora será necesario también vigilar los entornos de los estadios". ¡Madre mía! Pero si parece la bella durmiente despertando después de un siglo de profundo sueño. Albert, hace mucho, mucho tiempo que la violencia estalla fuera de los estadios. ¿De verdad lo descubres ahora? De hecho incluso ahora vas con años de retraso: las quedadas ya no son ni siquiera fuera pero en el entorno de los estadios, quienes quieren pegarse mutuamente sin restricciones cada vez más eligen escenarios más alejados y sin ninguna relación con los estadios.  Añade Batlle, que parece que acaba de caer del guindo, que los agresores "probablemente son personas que no fueron al partido". Algo que yo descubrí muy a principios de los 90 del siglo pasado, cuando un hooligan del Dundee United, de veraneo en la costa catalana, me explicó el modus operandi de estos grupos, algo muy documentado pero que todo un director de los Mossos parece desconocer. 

Luego llega Vicente del Bosque y afirma que hay que tomar "las medidas justas" para resolver el problema de la violencia en el fútbol. Hombre, claro, ¿pero cuáles? ¿Justas porque hacen recaer la responsabilidad sobre quién la merece? No lo parece, pues por el momento yo, sin comerlo ni beberlo, he pasado a ser visto como un criminal sospechoso de violencia verbal. ¿Justas porque son las adecuadas para evitar nuevas muertes? Me temo que están disparando al bulto, justificando ante la opinión pública que están haciendo algo, pero que la eficacia de estas medidas será, por desgracia, casi nula. 

Y Tebas vuelve a la carga y afirma que quiere eliminar a los ultras del fútbol. Hasta el momento ha tenido bastante éxito expulsando a los aficionados gracias a unos horarios disparatados y a una liga tan desigual que resulta francamente aburrida. Con esta cruzada contra los ultras es posible que acaben de echar a los pocos que aguantamos fielmente y que ahora pasamos a ser vistos como sospechosos. Pero bueno, siempre les quedarán los telespectadores de China o Indonesia, y para los estadios nada mejor que maniquíes rellenando las gradas. No se tiene noticia de ningún insulto entre ellos.

Jorge Soley

1 comentario:

  1. Excelente articulo. La represión verbal en los estadios solo generará más violencia ya que el fútbol es una fuente de deshago de las personas.

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